miércoles, 24 de abril de 2013

IMAGEN Y CONTROL SOCIAL. Manifiesto por una mirada insurgente

En esta entrada trataré de dar mi visión sobre la obra Ramón Ignacio Correa, señalando y dando una visión valorativa de algunos fragmentos que considero importantes en mi construcción personal de la asignatura.

Ya en la introducción podemos encontrar algunos conceptos que me van a permitir dibujar un marco de referencia para mi futuro trabajo de investigación-reflexión, sea cual sea finalmente su contenido. Me refiero a la noción de mirada (p. 12) como una construcción compleja y subjetiva de la realidad, compuesta por voluntad y gesto. Y a la conceptualización de la imagen como una representación, una simulación de la realidad o, una realidad interpretada (p. 13). Dicha mirada es “selectiva e intencional”, “cuando miramos estamos construyendo nuestros significados, valiéndonos de nuestras competencia decodificadora y de nuestra experiencia previa” (p. 14). Además está condicionada por los “procesos de atención y recorrido visual” que pueden ser orientados o manipulados a través de los elementos básicos de la imagen, como las líneas, el color o las formas (p. 15-16).
También se nos habla de los sistemas de construcción de sentido y de valor, y de cómo existe un sistema basado en la asociación y transferencia emotiva que se activa a través de procesos primarios. Es a través de este sistema, como trata la publicidad de condicionar nuestras respuestas, ya que “la construcción de sentido y de valor que realiza el sujeto es el resultado de simples procesos de asociación, de transferencias emotivas, por similitud o por contigüidad” (p. 19). Es decir, “las imágenes generan emociones y estas, a su vez, significados” (p. 22). Nosotros “transferimos los significados que esas emociones producen al terreno de lo racional y aquí no hacemos una revisión crítica de esos significados” (p. 22).
Finalmente quiero hacer referencia a las funciones que cumple la cultura mediática (p. 19), que según Correa, son dos:

  • Catártica, compensatoria o complementaria, basada en crear ídolos.
  • Modeladora de la personalidad, elaborando referentes. 

Primera Parte. Imágenes, la Biblia Idiotaraum de la Postmodernidad
1. La construcción de la verdad mediática para el control social.

Correa (2001) afirma que “lo que entendemos por realidad es algo artificial, es una construcción, interpretación o representación que se hace desde los medios” (p. 38). En referencia a Ramonet (1998) plantea que la industria de la información utiliza, para ello, dos estrategias básicas: mimetismo mediático e hiperemoción. Siendo la primera, la necesidad que se ha generado en los medios de tratar de dar la noticia al momento, si puede ser los primeros. Y la segunda se refiere al énfasis que estos le dan a los aspectos emotivos.
En definitiva se trata de la estrategia de crear mitos o modelos con una finalidad mercantil. Correa nos habla del “secuestro de la cultura infantil” (p. 40) a manos de las multinacionales como Nike, Coca Cola o Disney, que crean esos mitos, que a la postre “construyen el imaginario colectivo” (p. 39).
Pero el discurso publicitario, no solo se basa en la creación de modelos sociales, sino que va más allá, trata de crear falsas necesidades y generar consenso para homogenizar lo más posible el consumo.
Finalmente, este capítulo se refiere a la Guerra de Iraq como un capítulo más de la manipulación informativa que sufrimos los espectadores, como consecuencia de la manipulación y selección de las imágenes. El gobierno de EEUU trató por todos los medios de esconder los abusos que el ejército cometió durante la guerra, pero salieron a la luz documentos gráficos elaborados por los propios soldados que nos muestran la realidad. Es a la necesidad de generar “otras miradas” (p. 48) a la que apela Correa, con el objetivo de poder contrastar la “realidad” que nos quieren hacer ver.

2.   Imágenes de lo intolerante.

De este capítulo me gustaría resaltar el siguiente párrafo: “El capitalismo tiene hecha una lista invisible de gente que ha sido declara peligrosa para el sistema. Por suerte, la misma mecánica de funcionamiento del sistema asegura la eliminación o anulación de estos grupos. Toda esta gente son "los Nadies” (p. 66).  Entre ellos, Correa destaca a las mujeres, pobres, inmigrantes, infancia, homosexuales, drogadictos, enfermos, delincuentes, ancianos, o todos aquellos que piensan diferente y quieren cambiar la realidad.
Reflexionando sobre esto, me pregunto sí estamos tan lejos de los planteamientos nazistas que pretendían una raza de elegidos, que debían cumplir unas determinadas características. Sé que puede verse como una temeridad el comparar capitalismo y nazismo, pero a la vista está la “violencia simbólica” a la que somos sometidos (Borudieau, 1970). Aspiramos a un ideal reforzado por las imágenes que nos quieren mostrar y al que probablemente sea imposible ajustarse, ¿qué hacemos entonces?

3. La creación de falsas necesidades.

Una de las ideas principales de este capítulo es que “la sociedad del consumo se rige por la misma oferta que el sistema crea” (p. 70). Dice Correa que “el consumismo es una religión y la publicidad su doctrina” (p. 71)
Las marcas se sirven del pensamiento mágico y apelan a cuatro finalidades básicas (p. 72):
·         El producto te lleva o acerca al paraíso.
·         Con el adquieres poder.
·         Nos conecta con los seres superiores, con el subimos de escalafón social.
·         Ofrece la aventura y creatividad que “el mundo real limita”.
También nos habla de la manipulación que somos objeto cuando tratan de justificar intervenciones militares como la de Iraq o incluso la necesidad de adquirir un medicamento, como en el caso del que resultaba más efectivo contra el ántrax, cuyo monopolio pertenecía a la empresa Bayer.
Cada vez más gente es consciente de los intereses comerciales que existen tras  los acuerdos mercantiles, pero lo que muchas personas aún “no pueden ver” es la forma de manejarnos, tocando temas tan preocupantes como es la salud. Esto me hace reflexionar sobre cuestiones que nos son más cercanas, como las vacunaciones masivas, a partir de una supuesta o real quien sabe, epidemia. ¿Somos objeto de manipulaciones en estos casos? ¿Tienen algo que ver las empresas productoras en la propagación de la epidemia?
Volvamos a la idea de la oferta y la demanda. Verdú (citado por Correa, p. 74) de un “capitalismo de ficción” que primero fabrica y después induce a la falsa necesidad de consumir ese excedente. Brathes (1978, citado en la página 75) nos habla del mecanismo de la “adolescencia programada” por la que la publicidad nos trata de convencer de que los productos que tenemos están viejos y que debemos sustituirlos por otros similares per nuevos.
La última parte del capítulo se refiere al uso de la “persuasión invisible” (p. 79) que consiste en utilizar efectos que actúan sobre el inconsciente y que pueden influir en las conductas. Y de los estereotipos como medios para generar falsas necesidades y adhesión a las marcas. Estos últimos son simplificaciones de la realidad que llevan consigo un juicio de valor y que la publicidad utiliza para formar categorías o grupos que le permitan homogeneizar el consumo.
4. Infobasura y cultura de las pantallas.
Dice Correa “solo una infinitesimal proporción de la información con la que nos relacionamos será convertida en significados coherentes mientras la casi totalidad de esa información la habremos convertido en chatarra o basura semiótica” (p.  88). También afirma “Las democracias se han convertido, en gran medida, en auténticas videocracias donde el pueblo ya no es pueblo, sin publico” (p. 89). Apela a internet como el medio para ser libres, para seamos capaces de producir información, de construir nuestra propia realidad, de dejar ser agentes pasivos, de huir de la basura mediática y generar una cultura colaborativa que sirva como base para lucha contra la socialización inadvertida.
Otro de los aspectos que el autor analiza en este capítulo, es el papel de la televisión como medio para generar consenso, como instrumento político para invisibilizar los verdaderos problemas sociales. Se plantea la existencia de otra tv que no sea la tv basura y se cuestiona sobre las fronteras entre la calidad y la basura (p. 92). A este respecto rescato una la visión mercantilista analizada en el capítulo anterior, para afirmar que en la medida que la tv está al servicio de empresas privadas o “publicas” también contaminadas por diversos intereses, cuyo objetivo es obtener un beneficio, nada es calidad ni nada es basura, sino todo un producto creado para ser vendido y de ahí la importancia de generar visiones alternativas a ese producto.
La última parte del capítulo se dedica a el análisis de internet como un medio más de manipulación y control. Es evidente que el capitalismo mediático se ha dado cuenta de la importancia de internet y del poder liberador que tiene y por ello están tratando de gestionarlo en su beneficio. Es por ello que Correa apela a la necesidad de ser conscientes de que hay nada gratis en la red, que todo tiene un precio y que debemos aprender a ser conscientes de la vigilancia a la que estamos sometidos para tratar de valorar las posibles consecuencias de nuestra participación en internet.
En síntesis podríamos decir que internet se perfila como el medio para alcanzar la liberación mediática, para construir nuestra visión del mundo, pero a la vez no está exenta de la influencia mediática y por ello debe ser sujeto de reflexión constante.
Segunda Parte. El Fundamentalismo de la Imagen 
5. El otro. La alteralidad a través del cine.
“Occidente, en su discurso antropológico tradicional sobre la diversidad, vio al <<otro>> como el salvaje o el primitivo un ser inferior sin lugar a dudas” (p. 106). Según el autor es posible detectar en el cine esa visión teocéntrica del mundo. La mirada social que hace el cine no es neutral, sino que está cargada de ideologías, actitudes, perjuicios y valores (p. 111).
El cine ha contribuido a definir a esa alteralidad y con su poder sobre la parte emocional del sujeto, ha generado una justificación a injusticias reales. Según Correa, el cine representa la alteralidad en las siguientes formas (p. 113):
·         Cuando los <<otros>> son <<nosotros>>.
·         Enemigos de la patria identificados como tales.
·         Los <<otros>> como enemigos imaginarios.
·         Psicópatas y asesinos.
·         Cuerpos y mentes fuera de la norma.
·         Sexualidad y géneros marginales.
·         Venidos de otros mundos.
·         Criaturas del más allá.
·         La nueva teogonía de los superhéroes.
·         A imagen y semejanza del creador.
Estas construcciones tienen un efecto directo sobre nuestras emociones, de manera que vemos justo la muerte o sufrimiento de los <<otros>>, que a mi juicio bien podríamos ser nosotros. Pero el verdadero problema se presenta cuando este universo emocional sobrepasa la barrera de lo racional y esta visión sesgada y condicionada nos lleva a justificar actos reales que dese una perspectiva lógica son atroces, me refiero, por ejemplo al asesinato de personas en situaciones de guerra, por su identificación con los <<otros>>.
6. De todos los burkas visibles e invisibles.
Este capítulo resulta de vital importancia en mi proceso de construcción de la asignatura puesto que tras su lectura y la de otras lecturas complementarias y he decidido decantar mi formación-investigación hacia la mujer y la imagen social que de ella, ha sido construida.
Hay en él muchas ideas que considero imprescindible conocer y para no contaminarlas con mi valoración, citará la mayoría de ellas textualmente.
“Los modelos y valores masculinos han gobernado y gobiernan el mundo y este hecho ha llevado implícito la explotación social de la mujer en la estructura familiar” (p. 140). “Iglesia, escuela o Estado son instancias represoras, generadoras y reforzadoras de unas determinadas relaciones de poder entre hombres y mujeres (p. 142). “Toda ideología trata de confiscar la palabra en beneficio de sus propios intereses para servir así al poder dominante” “El secuestro de la palabra y del sentido de las palabras por las ideologías forma parte indisoluble de la dialéctica entre opresores y oprimidos” (p. 147). “Empleamos frases o palabras de forma cotidiana sin advertir, a veces, que se encuentran ancladas en lo más profundo de la ideología androcéntrica”  (p. 148).
Correa (citando a Subirats, M. 1999) dice que “en el caso de las imágenes, el rasgo más representativo de la representación de la mujer en los medios es su invisibilidad” (p. 148) y nos habla de tres modelos de mujer ofrecidos por la iconografía femenina publicitaria: la belleza, la perversión y la sumisión.
Es en este punto donde nuevamente vuelvo a centrar mi atención puesto que me va a permitir perfilar un poco más mi campo de estudio, que a priori será la relación entre la violencia de género y el mundo mediático.
De todos son conocidos los lamentables sucesos que vienen acaeciendo en todo el mundo y que tienen como consecuencia la muerte o graves sufrimiento para la mujer. De forma paralela, vivimos en un universo mediático en el que se utiliza la imagen de la mujer con fines comerciales, ofreciendo una visión de ella más que discutible. Correa nos habla del fenómeno de los videojuegos, que “no son responsables directos de la violencia contra las mujeres, pero sí contribuyen a normalizar y asentar prejuicios, actitudes y estereotipos que son caldo de cultivo” (p. 154). No sería este, en principio, mi principal campo de interés aunque nos ofrece evidencias de la generalización de la una imagen de la mujer como esclava sexual, fenómeno que se viene escondiendo bajo el “burka ideológico” de “dar más de lo mismo” (p. 163).
Para terminar la reflexión sobre este capítulo quiero aclarar cuál es la visión de Correa del burka ideológico. Según él, “a través de imágenes altamente estereotipadas se ofrecía un tipo de mujer privada de otras funciones sociales que no fueran las relacionadas con el cuidado de su prole, la economía y cuestiones domésticas, el ansia por encuadrarse en los patrones de belleza de la época” (p. 159).

7. Imágenes humanas de lo divino.
Este capítulo es una aportación de Nuria Ten Pérez. En él, se refiere a la iconografía cristiana que “da forma a nuestra cultura e historia y se ha ceñido a unos cánones que hablan por sí mismo del fundamentalismo de la imagen: entre la ortodoxia y la disidencia de una imagen devota está el criterio censor de la iglesia” (p. 169). Afirma que “la iglesia cristiana en sus comienzos, no tuvo conciencia del poder adoctrinador de las imágenes y continuó la línea iconoclasta de otras religiones monoteístas” (p. 170-171). Más tarde se dieron cuenta de que el uso de ciertas imágenes les podía servir para difundir el evangelio. Así, “las representaciones canónicas de la figura de Jesucristo se han estereotipado tanto a lo largo de los siglos que cualquier representación que se aparte de esos cánones nos cuesta bastante esfuerzo de asimilar” (p. 179. “como constante histórica, cuando un tema religioso se piensa y se escribe en imágenes, la iglesia como censora y administradora del culto a través de lo iconográfico ha intentado –y conseguido en muchos casos- imponer sus criterios estéticos y de composición. En el caso del cine, la mayoría de las representaciones han sido hechas desde una mirada canónica y con la aprobación de la iglesia, aunque existen miradas alternativas al poder de la iglesia y a sus versiones canónicas, como pueden ser Caín (2009) de José Saramago o La Última tentación de Cristo (1954) de Nikos Kazantzakis.
Tercera Parte. Miradas Insurgentes

8. Mecanismos de autodefensa ciudadana.

En este capítulo nos habla del control social y de distintas posibilidades para la respuesta ciudadana. Dice Correa que “la unificación de las mentes y del pensamiento colectivo” por parte de los sistemas políticos, es lo que podemos entender como control social (p. 188). Nos habla de cómo los gobiernos han sabido aprovechar diferentes catástrofes (como el 11-S) en beneficio propio, es lo que se denomina como “doctrina del shock”. Según el autor, “el desastre en un negocio en sí mismo, una oportunidad para hacer dinero fácil, de acumular riqueza financiera a costa de las desgracias y el sufrimiento de otros seres humanos” (p. 191).
Alude al concepto de “indefensión aprendida” como reacción pasiva “que pueden manifestar las personas ante las injusticias porque han aprendido que todas sus reacciones son inútiles, estériles, baldías,…” (p. 192). Y plantea la alternativa de cuestionarse la realidad, para lo que es necesario “aprender a realizar otras miradas sobre la realidad” (p. 193). Como ejemplo nos pone la “Cultura  Jamming” que a través de técnicas de guerrillas de comunicación alteran los mensajes de los media. Una de esas técnicas es el spoofing que pretende generar contra-anuncios que despierten las conciencias de los consumidores.
9. Epítome transgresor sin imágenes: por una guerrilla semiológica.
En este último capítulo, Correa nos habla de que la sociedad está llena de contradicciones. Pone el ejemplo del 11-S que permitió a los políticos estadounidenses encontrar un “los otros” al que culpar y en base a esa justificación aumentar la vigilancia de los ciudadanos, reduciendo, en una nueva violencia simbólica, su derecho a la intimidad a la mínima expresión.
Resalta la importancia de la acción docente para forma ciudadanos críticos y en consecuencia libres. La necesidad de “cuestionarse lo visible para comprender lo invisible” (p. 209). Para él, “es de vital importancia saber seleccionar la información, contrastarla, interpretarla, contextualizarla y valorar”, que sería lo que propone Umberto Eco (1999) al hablar de guerrillas semiológica (p. 210).
Finaliza la obra con un fragmento que resume lo que, también en mi opinión, debe ser la actitud de un maestro de hoy en día: “confieso que mi único afán consiste en pensar y sentir, hacer pensar y sentir a los demás porque creo que no hay nada más revolucionario que formar personas librepensadoras, que piensen y actúen por sí mismas” “La educación es un acto de comunicación. Y si profundizamos un poco más en ello, un acto de amor, como nos diría el maestro Freire, porque es cuando mostramos lo genuinamente humano: darse a los demás. Eso es también revolucionario” (p. 212).

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